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La majara de la biblioteca, o «Locuras que hace una estando embarazada»

Si algún día váis (que tó pué pasá) a la biblioteca de Psicología de la Complutense de Madrid, quizá escuchéis una historia… Habrá quien diga que no es más que un rumor, una leyenda, un susurro que flota en el viento, un cuento, un mito, un murmullo entre libros… Pero no, fue real: un día una loca anduvo suelta por la biblioteca. Y la ordenó.
Corría el año 2013, Julio concretamente. Jóvenes estudiantes se agolpaban en la fresca biblioteca de su facultad para resguardarse del solano maligno madrileño (sí, para eso, porque allí no estaba estudiando ni el Tato, ya os lo digo, que los ví y… ¡ay, qué juventud ésta!, perdón, que soy mayor y pierdo el hilo…). Pues eso, que la biblioteca estaba petá y se estaba fresquito.
Me acababa de llegar un paciente nuevo con una patología compleja y necesitaba consultar unos manuales, así que fui a la biblioteca de la facultad, porque al estar colegiada nos permiten sacar libros aunque no seamos estudiantes (ains, ¡qué bonito ser estudiante! me acuerdo yo que…, calla, que se me va otra vez). Así que allí me planté, con mis cuadernos, mi mochila y mi barrigota de súper-preñada. No os quiero decir cómo me miraban las criaturas estudiantiles. ¿Qué hará esta señora embarazada aquí?
Consulté en el ordenador la ubicación de los libros que necesitaba, y me dirigí al estante donde se encontraba uno de ellos. Bien, allí estaba. Tomé el libro, lo ojeé, y sí, era lo que necesitaba. Hala, pa la saca. Pero justo cuando iba a darme la vuelta para ir a por el siguiente manual mis ojos se posaron en otro libro… ¡Maldita sea, ese libro está mal colocado! ¡Esa letra no va aquí! Ay, ay, ay. Tengo tatuado en la mente eso de que en las bibliotecas «un libro mal ubicado es un libro perdido», y tenía ante mí un pobre volumen al que alguien, un insensible, una mala persona, dejó en un sitio que no era el suyo. Ese libro estaba solito, triste sin sus compañeros de categoría, se le notaba mustio. Pero, ¿qué podía hacer yo?
Cualquier persona normal, sana mentalmente, hubiera pasado tres kilos del asunto y se hubiera pirado. Yo lo intenté, pero según avanzaba por los pasillos se me venía a la mente ese librito perdido, y me mataba. Aquello estaba mal. Estaba mal. Estaba muy maaaaal.
Cualquier persona medio normal, medio sana mentalmente, hubiera cogido el dichoso libro y lo hubiera puesto en alguna de las mesas para que los bibliotecarios lo colocaran en su ubiciación correcta. Pero yo seguía pensando en ese libro… ¿Cuánto tiempo llevaría perdido? ¿Cuánta gente lo habría buscado y no encontrado?
Cualquier persona ligeramente majara hubiera cogido el libro y se lo hubiera llevado directamente a la del mostrador y, tras refunfuñar un poco y soltar, quizá, una perorata sobre lo mal que está la juventud hoy en día, se hubiera pirado. Pero eso no serviría para nada… ¡a saber cuánto tardarían en devolverlo a su lugar!
Así que yo, una persona totalmente majara, sin control alguno sobre mi conducta por culpa del embarazo, cogí el libro y busqué su ubicación. Lo coloqué con primor, aplaqué mi locura embaracil y respiré tranquila. Pero entonces el drama se cebó conmigo: ¡al lado del libro que había colocado ví otro que también estaba mal! ¡Nooooooooo! Sudores.
Y ya todo me dió igual: empecé a ordenar los libros que veía que estaban mal colocados. Uno, otro, dale, toma, pim pam pum, hala. Y hablo en plural porque fueron varios. Estuve dos horas y pico en la biblioteca. Dos horas y pico en las que desaté la locura preñil más absoluta.
Lo más bonito fue que, en pleno festival del desenfreno TOC (trastorno obsesivo compulsivo) versión embarazada, me percaté de que había dos señores bibliotecarios con sus carritos colocando libros (vamos, haciendo su trabajo).
Cualquier persona con un poco de integridad y quizá algo de dignidad, siendo consciente de que había perdido el juicio, hubiera parado. Pero esa no sería yo, no. Yo seguí con mi cruzada por una biblioteca ordenada, eso sí, escondiéndome por los pasillos, escabulléndome entre las estanterías, ordenando a diestro y siniestro en modo «ninja chalao» para que aquellos señores no me pillasen. Sonaba la banda sonora de Misión Imposible en mi cabeza. Veía la camisa de fuerza en mi futuro.
Salí de allí satisfecha porque encontré los libros que necesitaba y porque, tras de mí, dejé un montón de libros colocados donde siempre hubieron de estar. Pero también salí preocupada por mi cordura, así que llamé a una amiga para confesarle mi aventura majara. Ella también debe estar mal de lo suyo porque aunque estuvo riéndose media hora de reloj (y aún hoy se ríe cuando lo recordamos) me dijo que ella, secretamente, también hizo alguna locura durante su embarazo.
Así que sí, niños, no es un cuento de estudiantes fumetas: hubo una loca en la biblioteca de Psicología de la Complu… Y esa loca era yo.
Y es que en el embarazo parece que nuestro cerebro deja de funcionar, o peor, que lo hace como le da la gana. ¿No os ha pasado? ¿Qué locuras hicísteis estando preñadas? Alguna haríais, ¿no? Decidme que sí!!!!
Besos de la loca de la biblioteca.

28 comentarios

  1. estás como un choto querida! jajajaja!
    a lo mejor la persona escondió el libro pa estudiar! yo lo hacía! jajajajajajaajaja!
    en fin, que vaya tela, yo cosas así de preñi… no sé qué hacía raruni…
    comer anacardos como una posesa, anchoas y atún. todo bien salado! por no hablar de fuet! madre de dios! en fin, que muy buena tu anécdota! yo quiero saber qué tenía tu paciente desviado… jajaja!
    muaak

  2. Jajaja, ay mujer, en mi familia hay un montón de psicólogos y nunca deja de sorprenderme aquello de "en casa del herrero, cuchillo de palo". La verdad es que no recuerdo ninguna locura embaracil exagerada, que sosaínez, pero también te digo que recuerdo poco del embarazo, está todo como en una nebulosa… Un besote!

  3. Jajaja! Me parto! ¡Estás Mu loca! Aunque he de decir que todo me parecía medio normal hasta que he leído que estuviste dos horas y media. Ahí ya sí que me parece que se te fue la pinza. Me pasa como a Paula, que muchas cosas del preñao no las recuerdo. ¿Será por eso de que en esa época tienes mala memoria?

  4. Jaaajaja, pues no había pensado en eso! Lo mismo esa tarde te ves a doce estudiantes frustrados buscando sus tesoros escondidos sin éxito! jajajajaja
    Ummm, cosas saladitas! Justo estoy escribiendo un post sobre los menús maravillosos que nos montamos las preñadas! jojojo 😉

  5. Jajajaja, no te quiero contar lo que te encuentras en primero de carrera! La mitad está allí a ver si arregla "lo suyo"! En mi defensa diré que sé que fue locura preñil, luego no he vuelto a hacer cosas así… Bueno, al menos no tan así. XDDD
    Eso de no recordar mucho del embarazo pasa, a muchas. Y mira que se hace largo, que daría para recordar…

  6. Jajaja, bueno, ten en cuenta que soy andaluza, hija, nieta, tataranieta, y mucho más p'atrás, de andaluces, así que llevo la exageración en los genes desde muy antiguo! A lo mejor no fueron dos horas, pero sí que estuve un rato laaaaaargo (absurdamente largo)!
    Durante el embarazo el cerebro es una fiesta: despistes, acciones locas, preparar el nido… Así que sí, lo de no fijar cosas en la memoria pasa!

  7. El orden es bonito. En mi caso es una pena que, tras dar a luz, se esfumara. Ojalá me diera ahora un ramalazo de esos, porque créeme, nuestra casa lo agradecería. Eso sí, tendría que hacerlo de 1 a 2 de la madrugada, que es el rato que me queda libre! ZzzZZzz

  8. jajajaja te imagino por los pasillos de la biblioteca con la música de misión imposible de fondo y cara de haber si no me pillan, jajajajajaja. Yo no recuerdo manías compulsivas tan fuertes 🙂 o lo habré olvidado? porque después de dos años y medio hubo muchas neuronas que se fueron y no han vuelto

  9. En el embarazo es que tenemos el cerebro a medio gas! Yo también andaba muy despistada, se me olvidaban las cosas… En condiciones normales no suelo tomar muchas notas en las sesiones (sólo los datos imprescindibles), porque lo que me gusta (y creo que es mejor) es estar atenta al paciente… Pues estando embarazada tenía que apuntar hasta mi nombre, porque estaba lela lela lela! XDDD Menos mal que se pasa, porque si no…

  10. Nena, nena…. no se que es una locura: hacerlo o contarlo jjjjjjjjj
    Ha disfrutado imaginandote con coleta tirante, bien alta, vestida de negro y deslizándote entre estantes jjjjj
    Desde luego es un ataque de orden importante pero como el motivo fuera el que te comenta Batí….. jjjjjjj me parto!!!!! Pobre estudiante angustiado jjjjjjj
    La verdad, que como dices, no recuerdo grandes cosas del embarazo salvo lo malo, tal vez porque fue uno duro, a saber. Aunque lo del orden y limpieza que broto en mi en aquella época nunca más se dio jjjjjj

  11. Q bueno! me ha encantado el primer comentario, y si alguien lo dejo mal
    Aposta?? esa técnica no la conocía 😃 y tu venga a ordenarrrr jajaja. Yo no recuerdo nada así, solo me acuerdo en el primer embarazo mi marido me regalo un ramo de rosas precioso x el aniversario, me quede sola en casa, no recuerdo como se salió el agua del jarrón x el suelo y cuando me puse a recoger no recuerdo como se rompió el escurridor de la fregona y se volcó todo Tbn. Yo allí sola recogiendo montón de agua x el suelo con mi bombo y me dio x llorar pero a moco tendido, no podía parar!! Q tontería! Una chorrada q casi ni me acordaba pero me acorde al contar tu historia 😃 Un besote guapa

  12. Jajajaja, yo es que estas cosas las cuento sin problemas! (para empezar porque yo misma me reía, y me río, de la historia).
    La locura por el orden (o preparar el nido) tiene su lado bueno (ahora me vendría fenomenal tener un poco de eso, jejeje). A mí me dió, a parte del tema orden, por hacer cupcakes, pero como si no hubiera un mañana! XD

  13. Jojojo, yo eso es que ni me lo planteé y ahora lo veo lógico… Pobres, que les fastidié el plan! Jajaja
    Llorar por "nada" es otro clasicazo del embarazo… Y la cara que se les queda a los demás no tiene precio!
    Un besote!

  14. Aquí otra que no recuerda mucho de sus embarazos :(. Eso sí, mi TOC es de siempre, así que hago cosas así (bueno, casi) habitualmente. Mis amigas de la uni aun se ríen de algunas anécdotas cuando nos vemos. Y mi marido está hasta los güevs, porque además todo apunta a que mi hija lo ha heredado.
    Hala! Vuelvo al post del cerebro de madre. Un besazo.

  15. Grandioso, simplemente grandioso…No recuerdo locuras ni TOC's semejantes, así que me deleito con los aquí referidos, a no ser que verse todas las temporadas de la serie Galactica en Version original sin compasión, a pocos días de parir, día y noche, comiendo y cenando, dando teta al mayor se pudieran considerar trastorno alguno…Mil besos!!

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Mamen Jiménez - Psicóloga

Psicóloga (tengo mi consulta, doy talleres y charlas...), bimami (6 años y 2 años, ole), escribo y dibujo sobre psicología, pareja, maternidad... y lo que surja (o me dé tiempo). Me gustaría dormir más. ¡Bienvenida!

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