Se ha desatado una polémica (la que hace setecientos cincuenta millones) con unas declaraciones de Irene Montero hablando sobre educación sexual. La lectura que han sacado algunas personas de esas palabras es que la educación sexual fomenta la pederastia. Podemos entrar a analizar el discurso y por qué se extraen esas ideas, pero no es eso lo que quiero, no es mi «negosssiao» ése. Quiero poner el foco en esa asociación entre educación sexual y pederastia. Eso, que es gravísimo, no solo no es cierto sino que es justo lo contrario de la realidad.
El problema es que -además de no ser cierto, como decía- cuando esas etiquetas (y qué etiquetas) empiezan a colocarse, a sonar, el daño es exponencial, la pérdida y el retroceso serán costosos. Y el precio a pagar es la salud y el bienestar precisamente de esos peques.
Qué es la educación sexual
Esto es un blog y no es espacio para extenderme mucho, pero en «Yo te lo explico» lo desarrollo en profundidad, por si quieres saber más. Pero precisamente por lo que ha pasado con esas declaraciones y con la reacción en torno a la educación sexual, me gustaría mucho mucho dejar por aquí dos fragmentos del libro: uno sobre qué es la educación sexual y otro para aquellas personas que consideran que no debería darse educación sexual a los peques (o que debería ser exclusivamente en el entorno familiar).
Espero que te resulte interesante.
(Extracto de «Yo te lo explico», Oberon, 2021)
Isabel Guerrero Campoy da una definición bastante precisa y concreta: “la Educación Afectiva y Sexual puede ser definida como una actividad pedagógica, que utiliza información rigurosa, objetiva y completa a nivel biológico, psíquico y social, para formar en sexualidad”. La UNESCO señala que los objetivos de la educación sexual son: «enseñar y aprender sobre los aspectos cognitivos, emocionales, físicos y sociales de la sexualidad».
Según Cristina Sanjuán Vázquez, para Save The Children (me encanta esa definición), “la educación afectivo-sexual va mucho más allá de lo que parece, nos da las herramientas necesarias para enseñar a niños y niñas a conocerse y respetarse, tanto a sí mismos como a los que les rodean, a tener autonomía y gestión de su cuerpo y sus emociones. Se adapta a la edad y etapa educativa de nuestros hijos y nuestras hijas, ayudándoles a entender de forma progresiva y cada vez más profunda, la igualdad de géneros, el respeto mutuo, el consentimiento libre y su sexualidad, así como sus necesidades propias e individuales”.
Hablamos de educación afectivo-sexual porque es casi imposible separar estas dos dimensiones del ser humano. De hecho, de acuerdo con la OMS, la sexualidad es “una energía que nos impulsa a buscar afecto, contacto, placer, ternura e intimidad…, influye en nuestros pensamientos, sentimientos, acciones e interacciones y por tanto está relacionada con nuestra salud física y mental”.
La ONU, Unicef y UNESCO1 destacan la necesidad de proporcionar a niños, niñas y adolescentes educación afectivo-sexual. De hecho es un derecho de los niños, niñas y adolescentes, reconocido por estos organismos.
En casa, en el centro escolar, unidos, complementándonos, podremos conformar la red que necesitan nuestros niños, niñas y adolescentes para desarrollar una sexualidad sana. Vamos a dársela, ¿te parece? Hablemos de ello con nuestros peques, abordemos su sexualidad. No podemos no hacerlo.
1 Orientaciones técnicas internacionales sobre educación en sexualidad. Un enfoque basado en la evidencia (UNESCO, 2018)
Aunque no estemos de acuerdo…
(Extracto de «Yo te lo explico», Oberon, 2021)
Hay personas que no están de acuerdo con que se les proporcione educación afectivo-sexual a peques. A pesar de que esa postura y la que aquí se defiende parecen irreconciliables, hay algo en lo que sí estamos de acuerdo todos, tanto los que defendemos la educación sexual como los que no: y es en que los peques son vulnerables, y que nuestro papel, sin duda, es protegerles. Lo que diferencia a unos y otros es “de qué” consideramos que tenemos que protegerles.
“Esto es cosa de mayores”, piensan, y creen que con ello levantan un muro, una barrera que protege esa inocencia infantil. Pero con esta barrera no solo no logran proteger al peque de nada, preservar su inocencia por más tiempo o evitarle malas experiencias. Con esta barrera lo que perdemos es una oportunidad maravillosa para darle a nuestra criatura información de calidad, para establecer una relación de confianza plena (tan importante cuando sean adolescentes y tomen decisiones), una oportunidad de acompañarle en el viaje tan alucinante que es pasar de la infancia a la adolescencia y luego a la vida adulta, una oportunidad de mantenerle a salvo.
Porque los monstruos no son las palabras pene y vagina, o que sepa -cuando llegue el momento- cómo se fabrica un bebé. No, el verdadero mal es que sientan que tienen que hacer cosas con su cuerpo que no quieren hacer, que no se sientan a gusto en él, que se expongan a que otros les hagan daño, y que crean que no pueden hablar con nosotros de ello, de algo tan importante como es el amor, las relaciones, y sí, también las sexuales. El terror es perdernos todo esto. No deja de ser irónico que al querer protegerles, no hablándoles de esto, les estemos echando a los leones.
[…] Cuando se habla se sexualidad, por ejemplo en los centros escolares, se hace basándose en la ciencia, en lo que sabemos que necesitan para tener una vida saludable, porque la sexualidad es salud, en muchos sentidos (física, mental, emocional…).
Si lo que temes es que en esas charlas se les lancen mensajes que vayan en contra de tus valores, piensa que tu peque está constantemente expuesto/a a mensajes que no solo van en contra de tus valores, es que van en contra de su salud, de su seguridad. Por eso precisamente tienes que abordar lo sexual en casa, por eso se dan esas charlas en los centros, porque lo que se les explica está basado en la ciencia, en lo que se sabe que puede ayudarles a desarrollarse en plenitud y con seguridad.
No podemos evitar que estén expuestos a cosas que no nos gustan: nuestro trabajo es darles las herramientas que necesitan para tomar las decisiones más saludables en cada momento de su vida. En eso estaremos todos de acuerdo, ¿verdad?
Pues eso…
Pues eso quería compartir hoy contigo. La sexualidad infantil no tiene nada que ver con la adulta, pero muchas veces cuando quien está en contra de que se dé una educación sexual a los peques es porque lo que está pensando es que se aborda desde esa sexualidad adulta. Y NO.
En fin, lo dejo porque el tema da para mucho muchísimo.
Te leo en comentarios. 😉
Mamen