1. Pereza. Este pecado se puede resumir en una sola palabra: Parque. Otra vez al parque. Bendito parque. Bendita arena que luego nos vamos a llevar a casa (para que le haga compañía a la que tenemos del día anterior y al medio kilo de purpurina que vive allí desde que hicimos los christmas… del año pasado).
2. Gula. Este es uno de mis favoritos curioso: un día de pronto te descubres en el parking del súper zampándote el «kinder bueno» que habías comprado para el chiquillo «porque nunca come guarrerías y mira, un día es un día». Evidentemente lo haces por la salud de tu hijo. Ay, ¡qué sacrificado es ser madre! (Otra modalidad, ya canallesca del tó, es directamente comprar alguna mandanga ahí gorda y dulce y todo… que directamente sabes que a tu hijo no le va a gustar y que te la vas a acabar comiendo tú… Pero es por no tirarla, ¿eh? Ole tú.)
3. Ira. Más que ira, que es feo, vamos a decir enfaditos, enfurruñes, humito saliendo por la nariz, cuando, por la que hace cuarenta, le dices al amor de tus entretelas que deje quieto el bote de jabón de manos que ha trincao mientras tú te crees que puedes pretendes hacer pis (y lo que surja) y lejos de dejarlo, lo que hace es barnizarte con espuma el alicatado del baño. Añadimos, por diversión, la siguiente estampa: tú con los pantalones bajados intentando ninjamente coger en el aire ese bote de jabón antes de que llegue al suelo, sin éxito, claro. (Si se pudiera, este sería el mejor mannequin challenge de la historia).
4. Envidia: «¿Mi niño? Empezó a dormir 6 horas seguidas desde los pocos días«. Esto que se siente al escuchar estas palabras, queridas mías, es la envidia, y de la mala.
5. Avaricia: también conocida como codicia, rapacidad. Es eso que en condiciones normales supone el ansia viva por poseer tesoros y riquezas, pero que en el caso de las madres no se trata ni de oros-ni diamantes-ni perlas-ni rubíes: tú lo que codicias de verdad es poseer dos minutos para, oh milagro de la vida, ponerte una mascarilla hidratante en el pelo o, ahí rozando ya el egoísmo, mear.
6. Orgullo: porque si hay algo que caracteriza la maternidad es que tu niño es el más bonico, el más salao, el más simpático… (y el más petardo, porque también tiene lo suyo, pero hasta para ser cabroncete es el mejor), y tó lo que se diga es poco de tu niño porqueesqueloquieresquetemueres. Fenomenal. Sólo un apunte: A nadie le huelen sus peos, ni sus hijos le parecen feos.
18 respuestas
Jajajjaa, los tengo todoooos!! soy una pecadoraaaa!!Pero mira, es que en el de la envidia lo has clavado…cuando alguien te dice que su bebe duerme del tirón, y tú ya tienes al tuyo que ni es bebé ni nada, y sigue con esos despertares. Lo que se siente es envidia. Y luego mucha ansiedad y comes como una loca las chucherías a escondidas. En fin, habrá que seguir pecando, que tampoco es tan malo, ¿no? Un besote
jajaja me pasa lo mismo, son buenisimos los pecados que has compartido 🙂
A mí me da la ira con la maldita arena del parque. En general no me da mucha pereza ir, pero odioooo la arena. Mi pecado es la gula. Cuando vamos a fiestas y Cronopio sale con las manos llenas de dulces, yo amablemente le digo que yo se los guardo, y en realidad es porque me los voy a comer todos. Vaya, que lo hago por su bien 🙂
Los cumplo todos… menos el 7º jajaj. Pero es que a menos de un mes de parir no tengo el chichi… ya tú sabes jejeje.
Uff, ir al super y en la cola comprarse la chocolatina de turno y comértela camino a casa así nadie se da cuenta del pecado 😉
Yo tengo que controlar más la ira, algunas mañanas he de respirar muchas veces y contar hasta el infinito para no saltar.
En fin, hay cosas que no mejoran mucho aunque el peque crezca.
Besos!
La gula, la gula!!!
Nosotros tenemos "prohibido" que los peques comas chuces entre semana, y ellos lo llevan genial y casi nunca se quejan! Pero los mayores no somos capaces de aguanta hasta el viernes, así que levamos bolsas de gominolas escondidas en los bolsos y bolsillos y nos las vamos rulando a escondidas como si fuese drogaina! Como nos pillen…
�������� hay hay hay…..el momento baño en mi casa es casi todos los días. Hace poco me dice una persona de esas tan asertivas: tu para tener crohn estás gordita, y le contesté:señora es que soy madre…acordándome de todo el chocolate que por no tirar me como por el bien de tarzanillo ������.
Jajajaja yo de enfaditos nada. Yo ira Suprema 😉
Y si intento pecar de lujuria mi marido me mira raro y pone cara de "esta ya se ha vuelto loca del todo" jajaja
Jajaja sabiduría la tuya! Y hablando de filipinos… mmmm, me comía un paquete ahora mismo (de los blancos, oyoyoyoy)
Jaaajajaja esa modalidad es total! Me parto, porque también me ha pasado, ir zampando al salir de la cocina, llegar masticando al salón y mentir vilmente ante la pregunta ¿Qué comes, mamá? XDDD
Soy psicóloga, pero también tengo hambre… de chocolate jajajaja 😉
Jajajaja el momento parking es que es total… como un día me encuentre a otra madre comiendo secretamente en su coche me meo allí mismo!
Jajajaja Comer a escondidas, una de esas cosas bonitas que da la maternidad y que no te esperas jojojo (lo de perder la dignidad ni lo mencionamos, porque mira, si tengo chocolate para qué quiero dignidad?) XD
Por aquí creo que caemos en todos… es lo que tiene… pero eso de tener chuches escondidas, ¡of course! y aprovecho no cuando estoy yo en el baño, sino cuando está ella bañandose con el papi. ¡Ahí me pongo fina filipina! jajajaja
jejeje, el del chocolate es brutal. A nosotros nos va el riesgo y jugamos a comerlo delante de él sin que se entere…¿mamá que estás comiendo? Un trozo de plátano hijo…XD
Jo jo jo
Que haga estos pecados una psicóloga consuela y mucho!!
hahahaha el otro dia me zampé un paquete de donetes que le compré al niño y luego pensé, no mejor que coma sano, ya me sacrifico yo. Y allí me ves, dentro del coche, en el parking del cole, comiendo donetes de dos en dos.
¡SI, SIII! CONFIESO. A escondidas, en la despensa, en el pasillo atragantándome…sí, lo hago. POrque compartir es vivir pero contra, que estos niños no dejan ni las migajas!!!