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Las cosas se pierden cuando tienes niños

Tanto si eras un ser de orden y minimalismo como si eras Lady Caos, cuando tienes hijos tu casa y tus cosas no van a volver a estar como estaban (es posible que tu pandero tampoco, pero ese es otro tema). Las tocan. Las cambian de sitio. Las sacan. Las pierden. Y de lo que no se encargan ellos os encargáis tu cerebro y tú. Total, que las cosas se pierden, constantemente.

Top 6 de las cosas que no vas a encontrar jamás cuando tienes hijos pequeños

  • El chupete del peque. No importa que tengas solo uno (te va el riesgo, ¿eh?) o dos mil novecientos cuarenta y tres: a la hora de la verdad, a la hora del drama, en ese momento en que necesitas ponerle el mute a la criatura pero el mando de la tele no hace nada con humanos (ya podía…), ahí justo no encuentras ninguno. Cero chupetes. Mucho drama. Una vez que ha pasado el infierno el ratico, cuando ya no hace falta, encuentras catorce y los colocas «en ese sitio que tú sabes» para tenerlos a mano cuando se necesiten. Spoiler: no te vas a acordar de dónde los colocaste y/o tu hijo encontrará ese magic place de chupetes y se encargará de diseminarlos por tu casa secretamente.
  • Su peluche favorito. Es más, se perderá su peluche favorito -ese sin el que no puede dormir- el día que os vais de vacaciones de verano. Quince días fuera. Sin Don Osito. Ole. Antes de buscar dónde comer estáis buscando una tienda de juguetes, con ansiedad.
  • Las llaves del coche si estás en casa. No están. Pero si las dejé en la entrada… Pues no. (Al final están en un bolso, en los bolsillos de tu rebeca…).
  • Las llaves de casa si estás en la puerta de la calle. Porque los bolsos de madre no tienen fondo. Porque las llaves se esconden, se agazapan para que no las encuentres. Psicotruqui: yo me he colocado un llavero gigante, así no hay pérdida (y es de goma, así que no pesa).

El mando a distancia. Más abajo te voy a contar nuestra reciente aventura con este tema (parecía que el niño nos había montado una scape room para dar con el mando…).

No solo los niños pierden cosas

Como decía al principio, es verdad que los peques son unos mapaches ladrones de manitas finas y rápidas, pero hay veces que la responsable de la pérdida (por cambio de ubicación -aka despiste-) eres tú, o yo, o cualquiera, porque esto nos pasa a muchas.

¿No te ha pasado alguna vez estar preguntándole a tu chati por teléfono si ha visto tu móvil porque no lo encuentras? MIENTRAS HABLAS CON ÉL POR EL MÓVIL. Pues eso, que las madres -yo creo que por la cantidad de cosas que llevamos p’alante, y en el caso de tener bebés, por la falta de sueño- perdemos cosas. O las ponemos en sitios divertidos. ¿Verdad?

 

Pero, ¿dónde está el mando?

En las últimas semanas en casa hemos vivido (y lo he contado en Twitter, como si de un caso de Cuarto Milenio o Paco Lobatón se tratase) lo que bautizamos como «La crisis del mando de 2019».

Un día estábamos usando el mando alegremente, sin apenas percatarnos de él, de su labor, de su importancia… y horas más tarde ya no estaba. No estaba. El mando. ¡Noooooooooooo!

En cuanto detectamos la desaparición acudimos a interrogar al principal sospechoso: Mipeque.  Nada, estaba bien entrenado y no soltó prenda. Que la criatura tenga 17 meses y no hable probablemente no ayudó a que cantara.

Activamos entonces el protocolo de búsqueda «PEEES» (Padres Expertos en Escondites Secretos) dispuestos a encontrarlo costase lo que costase.

Costase lo que costase… Y costó, costó. Vaya si costó. Empezamos por el salón, hábitat natural del mando… y espacio en el que el peque había estado jugando en el momento de la desaparición del objeto en cuestión. Hicimos una inspección exhaustiva y nada, seguía sin aparecer. Detrás de los muebles, debajo de los sofás, entre los cojines de los sofás (los sofás son lugares recurrentes en desapariciones de este tipo, así que insistimos), en la chimenea, revistero, cajones… NADA.

Salimos al porche y buscamos allí. NADA.

Salimos al jardín. NADA. Ante el interés demostrado por nuestro hijo, esa tarde, por la tierra (y el abono), contemplamos la posibilidad de que estuviera enterrado. NO LO ESTABA.

Nos limpiamos el abono de las manos y nos dirigimos a la cocina. En el camino chequeamos el paragüero sin éxito, pero encontramos un montón de cosas interesantes.

En la cocina buscamos en el lavavajillas, lavadora, muebles… Nos miramos: ¿y si lo ha tirado a la basura?

Unos minutos después estábamos de nuevo lavándonos las manos y deseando que nos crecieran de nuevo los pelillos de la nariz que se nos habían quemado al abrir la basura que contenía sendos pañales con caca… y no precisamente de la vaca. Y no, TAMPOCO ESTABA ALLÍ.

Fuimos a los dormitorios. NADA.

Baños. NADA.

Desistimos, y esa noche vimos cualquier cosa. Levantarse a cambiar de canal no era una opción.

mando a distancia tele sony

Al día siguiente volvimos a buscar concienzudamente. Y de nuevo volvimos a fracasar.

Teníamos que volver a casa, así que pospusimos la búsqueda al siguiente fin de semana… Ah, que no te lo he contado: el mando era de la casita de mis suegros, que no estaban en ese momento y nosotros habíamos ido el finde. Sí: el mando era de la tele de mis suegros. De SU casa. 

Pues así hemos estado tres semanas. Los comentarios en Twitter que me habéis dejado sobre la aventura, las vuestras y sobre los posibles lugares en los que el niño podía haber metido el mando, valen millones. Qué risa, por favor.

@madre_urbanita (qué risa) me puso que le diéramos otro mando al peque y le observáramos a ver qué hacía con él. Mi hijo lo cogió, se dirigió al mueble de la tele… y la golpeó fuertecito con el mando. Explicar que se ha perdido el mando es una cosa, que nos hemos cargado su tele es otra, así que le arrebatamos ese otro mando (que nadie sabe de qué aparato es) y continuamos con  nuestra vida… sin mando.

Tercera semana y el mando sin aparecer. Y mis suegros que volvían de las de las vacaciones.

Compremos un mando y aceptemos que el otro descansa en un lugar mejor… o no, en el limbo de los objetos perdidos por niños, da igual. 

Pues fue ponerme a mirar mandos y pensar de nuevo: Leñe, me resisto a comprar uno, ¡si es que tiene que estar aquí! Metí la mano en un sillón relax que tiene mi suegra (de esos con motor para tumbarse o ponerse recto -ha dado grandes momentos de comedia, ya os lo digo-), la metí más, hasta el mecanismo, hasta las tripas…

Y entonces toqué algo. Y entonces se obró el milagro de la transmutación del mando, porque te juro que ahí ya había mirado otros días. Pero qué más daba, ¡habíamos recuperado el mando!

Ahora sé que los sofás y sillones los carga el diablo (pequeño) y que esto del mando os ha pasado a muchas, y las llaves, la cartera…

¿Qué te perdió tu peque a ti? ¿Tenía algún escondite secreto? Alguien me dijo que a su hijo le dio por esconder las cosas en el agujero de un altavoz. El agujero de un altavoz, ¡como para encontrarlo!

A ver si hacemos aquí o en Facebook una recopilación de acciones de mapachismo ladronil perpetradas por nuestros peques y nos echamos -más- risas.

 

Besitos de madre despistada.

PD: querida suegros, queríamos contaros que el mando ha estado desaparecido unas semanas. Pero, como podéis comprobar, está en perfecto estado. Todo bien. No nos repudiéis.

Foto del mando a distancia: Pixabay.com

2 respuestas

  1. Eso no es casi nada. Mi hermanito nos llevamos casi 19 años un buen dia me escondio las llaves del carro, las copias hacia tiempo tambien estaban desaparecidas. No hubo lugar que no revisaramos en la casa pasaron mas o menos 3 semanas que no se podia salir en el carro porque las llaves ni vivas ni muertas, cuando por esas cosas del destino paso mas gente por la casa y les ofrecimos cafe, como eran mas personas que las habituales se saco la CAFETERA GRANDE se le puso agua, el filtro, el cafe, se cerro y al fuego a empezar a colar el cafe… …. «Lo quieren con leche? – Clarooo!!!!»… Sacamos la licuadora y cuando se vacio la cafetera en la licuadora cayó pufs algo en la licuadora. «Ohhh que es esto» tarannnnnnn las llaves del carro no solo 1 las 2…
    Despues de eso cada vez que algo se perdía buscabamos primero en la cafetera…

  2. Que risa!!! A mi marido (en verdad fue culpa mía 😜) se le perdió el dni en casa, y sabemos que fue en casa porque lo estaba usando para hacer un trámite online en el PC. Bueno el caso es que creemos que fue el enano porque cada vez que lo veía lo intentaba coger diciendo «papá papá». Lo estuvimos buscando por todos sitios pero nada, y tuvo que renovárselo. Genial el post, besos

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Psicóloga (tengo mi consulta, doy talleres y charlas...), bimami (10 años y 6 años, ole), escribo y dibujo sobre psicología, pareja, maternidad... y lo que surja (o me dé tiempo). Podría vivir a base de gazpacho.
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