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Siempre es Navidad para una madre

Que el tiempo vuela es una verdad como un templo, y ya cuando tienes retoños no es que vuele, es que ni lo hueles. Fíjate si vuela que en tres dos uno tenemos la Navidad aquí. I can’t believe it. Aunque si os digo la verdad en realidad me da igual, porque… ¡¡¡porque siempre es Navidad para una madre!!!. Sí, lo es, y tengo pruebas:

  1. Tu casa siempre está decorada «de manera especial» con «adornos» chupis. Y cuando hablo de adornos quiero decir trozos secretos de comida (¿cómo lo hacen para esconder comida por los rincones? ¿en qué momento lo hacen? es un misterio…, y luego está la que dispersan al comer, claro), juguetes por todas partes, dibujos inspiradísimos decorando las paredes… Si te fijas bien, tienes hasta nieve en los cristales. Vale, nieve no es, es polvo, porque llevas dos meses sin darle a las ventanas (tsssss, he sido generosa con lo de dos meses, nosotros hace que no los limpiamos… bueno, digamos que más de dos meses y menos de dos años jajaja), pero la cuestión es que, si lo miras con ojos de madre sin tiempo, ese polvo es decoración.
  2. Las compras/gestiones, siempre, son de última hora: No sé vosotras, pero yo no he conseguido tener todos los regalos de Navidad listos con tiempo en la vida. Da igual cómo me organice, el día 23 o 24 me encontrarás, con pelos de loca y una lista en la mano, corriendo por las calles o por el centro comercial (si me ves no te asustes, no soy peligrosa). Ahora dime, ¿cuándo preparaste el disfraz de Halloween del retoño? ¿Cuándo fuiste a por las cosas para su cumple? ¿Cuándo hiciste la matrícula del cole? ¿Cuándo dejas por las mañanas al peque en la guarde? Ya te lo digo yo: en el último instante posible. Apurando hasta el último microsegundo. Raspando el mal
  3. Cogerás algunos kilitos. Las Navidades para mi siempre han sido letales en cuanto al peso, normal, suelo ponerme ciega. Pues desde que soy madre, desde el embarazo concretamente, siempre es Navidad en mi culo
  4. Toca pensar en un menú molón para todos (o al papi, también es siempre Navidad para ellos): Comparado con la que tenemos que liar a diario con las comidas, la idea de organizar sólo una comida, aunque sea para 10, parece una chorrada de mono. Ya lo he comentado alguna vez, pero ofú… ¡qué difícil es organizar el menú, madre mía! Que si a ver qué ha comido en el cole, que si a ver qué hay en la despensa, que a ver qué me da tiempo a hacer… ¡Socorro! Chicote, ¿no quieres venirte de interno a mi casa? (Aprovecho para recordaros que tenéis disponible para descargaros un «Planificador de comidas imprimible» molón, por si os ayuda con este caos tema!!!)
  5. Siempre habrá papeles de colores, tijeras, pegamento, purpurina y demás en tu hogar. Sí, ya no usarás esas cosas sólo para envolver regalos… Ahora haréis recortables, collages, tarjetas, vamos, «manualidades a gogó». La purpurina se instalará en tu hogar, sin pagar alquiler, e irá colonizando tu vida: suelo, paredes, ropa, cara, nariz, alma… Ir al trabajo y darte cuenta, dos horas después, de que llevas media cara brillantosa, es genial. El que no sepa que eres madre pensará que vienes de empalme de un after. Y no, no es eso, aunque esa noche si que has tenido «fiesta» y estás igual de cansada.
  6. A veces aparece un señor con un poquito de tripita a traer regalos. No, no es Papá Noel, ése sólo curra un día. Éste se llama abuelo (y le queremos mucho)
  7. Tienes que hacer cosas a escondidas, aprovechando que los niños están dormidos. Y no me refiero a dejar los regalos bajo el árbol… Ya sabéis de lo que hablo, del jijiji y del jajaja, y sobre todo, del «muajaja«.
Ay, la Navidad. Ahora miro hacia atrás y pienso en cuando era niña, en esas vacaciones de veintitantos días, en jugar sin preocupaciones non stop, y se me caen cuatro peos las lágrimas. Qué ilusión hacía, ¿eh?
Es curioso cómo nuestros deseos se van haciendo cada vez más pequeñitos. De esa ilusión (maravillosa) de la infancia por la Navidad, por tooodos esos días para hacer lo que nos diera de la gana, pasamos, cuando nos convertimos en madres, a un deseo mucho más pequeño, pero vital:

Y vosotras, ¿vivís también en una Navidad eterna? ¿Tenéis «nieve» en los cristales? jejeje

Besitos de madre oliendo a turrón

42 respuestas

  1. Jajajaja Mencanta leer eso! (ya gestionas tú como puedas el tema de si te han visto o no, jajajaja)
    La barriga papanoelera de las mamis da para otro post… jijiji Yo también he mutado he esa zona, grrrr!
    PD: Muchas gracias, Irene 😉

  2. jajaja buenísomo!!! Leyéndote, si , creo que en mi casa es navidad todo el año.. Tengo una capa de polvo. digo nieve bastante maja y las marcas en los cristales… Si me pongo a imaginar si que parecen copos de nieve.. jajaja Feliz semana, besos!

  3. Jajaja qué bueno el post y qué genial la viñeta. Lo del menú semanal es horrible. A veces tengo la sensación que me paso el día pensando en qué voy a preparar… Y ya cuando en el cole les cambian en el último momento el segundo plato y les dan tortilla de patata… y tú que te las veías tan felices resolviendo la cena ese día con una tortilla francesa 🙁 (es lo que me ha pasado hoy)

  4. Ay la nieve! A mi me crece por momentos y ya prefiero no pensar en cuanto tiempo llevo sin limpiarlos, son mi cruz!!!
    Identificadisima con todo menos con lo de los regalos, yo siempre los compro todos con tiempo, odio las aglomeraciones de los últimos días! jejejeje

  5. Muy buena!!!
    He llegado hace poquito a tu blog, pero me veo tan reflejada… uff, y eso que mis hijos son ya mayorcitos. Yo tengo (todavía) nieve en los cristales, y se añaden ahora bolsas de patatas fritas entre las sábanas (y eso que está prohibido comer en las habitaciones)!
    Me rendí hace años ya.
    Un abrazo!

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Psicóloga (tengo mi consulta, doy talleres y charlas...), bimami (10 años y 6 años, ole), escribo y dibujo sobre psicología, pareja, maternidad... y lo que surja (o me dé tiempo). Podría vivir a base de gazpacho.
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