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Aventuras y desventuras de una madre en el gimnasio vol. 1: antecedentes y expectativas

Hace unas semanas (¿meses? El tiempo-madre es confuso) empecé a ir al gimnasio. Como soy de natural «motivada» y de verdad de la buena que quería perder esos kilos que el embarazo y dejar de fumar me habían dejado, no solo me matriculé, sino que además me busqué un entrenador personal.

Me sigo riendo (se pueden tener 37 años y un pavo enorme como way of life) cada vez que digo que tengo un entrenador personal. No digo personal trainer porque lo cool me es ajeno.

Como parte de la motivación externa en esta aventura gimnástica decidí compartir por aquí mis andanzas, las aventuras y desventuras de una madre en el gimnasio.

Pero para hacerse una idea global, para entender en todo su esplendor qué significa que yo vaya al gimnasio, creo que es importante que me remonte al pasado, que os de un background. Dadme la mano que vamos a viajar juntas a mi pasado sport.

Antecedentes

1. Última fecha conocida de ejercicio

A.M., es decir, Antes de ser Madre, que en «año humano» nos remonta a finales de 2012. Aprox.

2. Top 5 de experiencias previas absolut mierder con el ejercicio

Antes de pasar a narrar mis miserias con el mundo del «sudor sobre licra» quisiera decir, para que no os penséis que soy la Mr. Bean del ejercicio, la Pepe Viyuela del gimnasio, que también he tenido momentos normales, e incluso algunos de gloria gimnástica. Pero claro, esos momentos «bien» no son los que vienen a visitarla a una el día antes de empezar a hacer deporte después de 6 años, no.

Amigas, aquí mis momentos estrella(dos):

♥ 1990

Patio de colegio. Detalle: mi familia acaba de mudarse y es mi primera semana en el cole nuevo. Ole. El profesor de gimnasia nos pide que corramos de espaldas por toda la pista. Empiezo. Fundido a negro. Veo a mi profesor, que me lleva en brazos. Tranquila, vamos a que te vea un médico. Aproximadamente a los dos segundos de empezar, mis pies decidieron amarse, se unieron en un tórrido abrazo gracias al cual fui de cabeza al suelo. No se detectaron daños más allá de la pérdida de dignidad delante de toda una clase de preadolescentes. Guay. Lo superé.

♥ 1997

Patio del instituto. El profesor de gimnasia nos pide que nos pongamos por parejas y que mientras corremos de lado, nos vayamos pasando un balón medicinal (¿por quééééé?). Me pongo con una buena amiga y nos entra el pavo, claro. Mira, Mamen, ¡el chico que te gusta en las gradas!, me dice. Miré, claro. Dolor. Fundido a negro. ¿Estás bien? Un balonazo de estos en la cara debe doler (Sí, hija, sí)No se detectaron daños más allá de la pérdida de dignidad delante de toda una clase de adolescentes y del chico de mis sueños… de sus amigos, de los alumnos que se habían saltado la hora y del bedel. Unas 80 personas. Guay. Lo superé.

El gimnasio del instituto: hormonas y sobacos haciendo las delicias de tu pituitaria. Ese olor no se olvida jamás.

♥ 2000

Gimnasio de barrio. ¿Has probado alguna vez la elíptica?, preguntó el monitor de sala. No, pero no tiene pinta de ser una máquina letal, pensé. Vale, ponte 20 o 30 minutos tranquila y a ver qué tal.

Interior cabeza de Mamen:

  • Minuto 5: esto va fenomenal, Maricarmen. Y tú creyéndote que ibas a echar los higadillos…
  • Minuto 9: me ahoggggggo.
  • Minuto 14: esto es el fin. Me bajo. Me bajo. Yo no tengo necesidad de sufrir.
  • Minuto 19: ¿puede uno morirse en una elíptica? ¿Todavía 19 minutos?
  • Minuto 22: tiiiinoninoninoniiiiiii I will surviveeeeeee, i will surviveeeee, yeeeeeeiyeeeee
  • Minuto 24: es curioso, ya no siento que las piernas sean mías porque van a su bola, sin embargo me duele cada centímetro de ellas.
  • Minuto 28: llego, llego al minuto 30. Soy la jefa, la ama, idol del fitnes. Qué buena genética, Maricarmen.
  • Minuto 30: Weeeeeeeee are the champions, my frieeeeeeeeend. Hala, pa casa.

Fundido a negro. ¿Estás bien? Al parecer 30 minutos es lo que tardan mis piernas en pasar de estado sólido a semilíquido y según puse un pie en el suelo dejaron de sujetar mi cuerpo y… Dignidad: 0 – Mamen: 3.

Moraleja: después de un buen rato haciendo elíptica o cinta o lo que sea con las piernas, prima, antes de bajarte y pretender andar normal por el suelo, date un momento de adaptación. Tu dignidad y tus piños lo agradecerán.

♥ 2009

Gimnasio en el pueblo. Hola, me acabo de apuntar, ¿me podrías dar unas pautas, tabla o algo para que no haga tonterías? Claro, toma. El monitor de sala me entrega un papel estándar. Miro, me creo que me entero y me dispongo a empezar. Primer ejercicio: bien. Segundo ejercicio: bien. Tener ejercicio: ¡¿!¿!Pero este p··· dolor qué es!?!?! Rotura de fibra. La dignidad ni estaba ni se la esperaba.

♥ 2011

Gimnasio de barrio. Monitor de sala me da plan. Me explica cómo se hacen los ejercicios, no vaya a hacerlos mal y me haga daño (citando a la Jurado: «YA es tarde, señoraaaaa»). Todo bien. Todo muy bien. Zancadas. Toca zancadas. Para mantener mejor el equilibrio, coge dos pesas y deja los brazos estirados hacia abajo, paralelos al tronco, me dijo. Mmmm, vale.

Una con la pierna derecha. ¡Bien! Una con la pierna izquierda. ¡Bien! Dos con la pierna derecha. ¡Bien! Dos con la pierna izquierda. ¡Bien! Tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho y… y al agacharme y hacer la novena, estando en pose, todo mi cuerpo en bloque, en un grácil movimiento a cámara superlenta, al suelo que fue, de lado y con las pesas en la mano. Ideal.

¿Estaba yo acaso haciendo esas zancadas en un rincón escondido del gimnasio? No, la respuesta es no: el hueco para hacer eso estaba bien visible en la sala, en  un gimnasio de esos que está lleno de señores naranjas con cuellos anchos y cejas depiladas y pintadas con plantilla. Mi dignidad casi tiene que ser ingresada por ataque de risa. Fue tan maravilloso que me sigo riendo cada vez que me acuerdo. Mi autoestima a estas alturas era ya de hierro (no de manteca, era la autoestima karateka).

Ojo con las pesas, que las carga el diablo, amiga.

Como comprenderás cuando una se dispone a ir de nuevo al gimnasio es en estos antecedentes, y no en tooooodas las veces en las que todo fue canela fina, en lo que se piensa. Gracias, cerebro.

Además tenía un extra esta vez: no iba a estar sola. Un muchacho, un entrenador personal que sabe de estas cosas, iba a estar allí a mi lado, mirándome, comprando entradas de primera fila para el día en que un nuevo hito de no dignidad se anotara en mi diario deportivo.

Expectativas

Conforme se acercaba la fecha de la primera sesión mi cerebro se iba frotando las manos: ahí había material, good mandanga, con la que ir atormentándome antes del día D.

Me imaginaba subida en la cinta como los protas de esos programas tipo «Ya no estoy gordo», diciendo «Ya no puedo más» y vomitando en plan fatiguita y queriendo irme y tropezando con el balón medicinal en mi huida y Dignidad: 0 – Mamen: 4. Nota mental: dejar de ver estos programas y recordarme, cada cierto tiempo, que vivo en Madrid, no en Wisconsin.

Sobra decir que al día siguiente, en mi primera sesión, nada fue así, sino más bien al contrario: me lo pasé pirata, disfruté y salí deseando volver. Vi claramente lo importante que es dar con un buen profesional que te prepare el entrenamiento y te motive: nada de vomitar, nada de odiar, nada de tropezar. ¡Qué maravilla, amiga!


En el siguiente capítulo: equiparse (ropa, sujetadores… y recordar quitar las etiquetas de sitios).

¿Cómo te ha ido a ti en el mundo deporte? Dime que a ti también te han pasado cosas así en el gimnasio, ¡cuéntame tu mejor anécdota y vamos a reírnos todas! La indignidad compartida en pandi es la monda.

Besitos de madre sport.

 

4 comentarios

  1. Mi anécdota es más reciente. Año 2018, Septiembre, me apunto a club de atletismo con los veteranos (que una ya tiene un edad). Día 1 correr en lateral subiendo una cuesta ¿quien encuentra el único agujero que hay en el tartán? Aquí la menda lerenda, caída de costado sin más daños que mi pobre dignidad. En fin que ya saben que soy patosa en el equipo.
    Besos!

  2. 16 añitos. Residencia de estudiantes de verano en Londres. Una amiga y yo: venga! Vamos a salir a correr!!!
    Qué hizo la menda según dio dos pasos delante de todas las residentes asomadas en su ventana???? Caerse de morros…
    Pero 20 años después he vuelto a correr ¡y consigo mantener el equilibrio!!!

  3. Hola!!! Pues me siento muy identificada!
    Nunca he sido muy amiga del deporte, pero hace seis años atrás le cogí el truco y el gusto al gimnasio gracias a una amiga, (después de pasar varios momentos incómodos delante de un montón de gente me hice mi sitio en la clase de ciclo)
    Justo tres años y medio hace que no piso un gym ( fuí mami, y el gym quedó borrado de mis prioridades) hace un mes decidí ir al gym y apuntarme…( Super motivada)
    Sólo decirte que mi primera clase de body power ( hace sólo dos semanas jeje) un simpático jubilado tuvo que que ayudarme a levantarme (después de tropezar con la barra y pegarme un porrazo…)
    Ahora he dejado el body power (por vergüenza) y he decidido empezar con el pilates!
    Saludos!!

  4. Nos encanta este post, es muy divertido.
    Nosotros recomendamos utilizar sujetadores deportivos, nos ayudan a proteger nuestro pecho de una forma cómoda. Para que podamos salir a correr, bailar, ir al gimnasio… sin tener ningún tipo de molestia ocasionada por el movimiento.
    Un saludo.

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* Esta soy yo *

Mamen Jiménez - Psicóloga

Psicóloga (tengo mi consulta, doy talleres y charlas...), bimami (6 años y 2 años, ole), escribo y dibujo sobre psicología, pareja, maternidad... y lo que surja (o me dé tiempo). Me gustaría dormir más. ¡Bienvenida!

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