«Tú antes molabas«. Esta frase, que es de Bart Simpson, viene a visitarte en sueños en formato pesadilla cuando te conviertes en madre. Puede que incluso ya en el embarazo te empezara a dar canguele la idea de quedarte out del mundo (como si lo de tener los tobillos como dos columnas jónicas no fuera suficiente drama). Y, a ver, un poco sí que pasa, sobre todo en los primeros… ¿meses?, ¿años? Rellenar a gusto del lector.

Tssss, antes de que se me tiren al cuello: no digo que no molemos, porque eso siendo nosotras es imposible. Me refiero a que molamos menos en el sentido contemporáneo, afterhour y cool de la vida, ese por el que ya nos paseamos poco, amigas, entre otras cosas porque empieza tarde y nosotras tenemos sueño.

Advertencia: este es un post muy de «no me llames chica, llámame Señora«. Y es que he abrazado el mundo señoril, y oye, estoy encantada, niña. Como decía Luz Casal (otra señora): «No me importa nada». De hecho el que todo te resbale es una de las características de esta conversión. Ser señora es todo ventajas.

Pero bueno, que me disperso (otra característica de señora). Centrémonos en la cuestión (de la maturrángana, que decía mi abuelo. Hola, ¿qué es la maturrángana? ¿Alguien me lo podría decir?): hay un antes y un después en el molonismo, y tengo pruebas:

Antes de ser madre vs después de ser madre

1. Quedas con amigos no padres

• Antes de ser madre: saltabas como una atleta Olímpica de un tema a otro, ahí, on fire. ¿Que querían que habláramos de series o pelis? Les hacías un repaso que parecías el cruce entre Carlos Boyero y el Teleprograma (Sí, soy mayor). Incluso hacías recomendaciones, RE-CO-MEN-DA-CIO-NES, tú, porque veías cosas chachis.
• Después de ser madre: la única trama que has visto últimamente es la de cuando la Patrulla canina conoce a Everest. Y no te ha gustado. Mucho mejor aquel capítulo de Ben & Holy en el que… Los estrenos de cine los ves, aproximadamente, dos años después. Viviendo la cresta de la ola. Cuando tus amigos hablan de series deduces que hablan en castellano porque pillas los adverbios, pero el resto te parece otro idioma.

2. Vas a una tienda de ropa

• Antes de ser madre: Oyoyoyoyoy, ¡qué de cosas!, ¡qué de cosas! Me voy a comprar este top para el sábado, y este vestidito para el finde que viene que nos vamos de escapada… Todo lo que hay en la tienda te gusta, así que te lo pruebas, ahí a lo loco. Esto te convalida por tres días de gimnasio.
• Después de ser madre: ¿Por qué ha encogido la moda? ¿Quién se pone esto? Disculpa, muchacha, ¿no tienes una camiseta así tipo «corte imperio» que me disimule la barriguita? No, no estoy embarazada. Mira, paso de Pershka, me voy a Cortefielis a ver si encuentro algo. Spoiler: al final compras tres camisetas y dos pantalones para tu peque, unas zapatillas para tu chati y dos camisas (aprovecho para decir que viva y bravo el mundo «hombre con camisa»), y para ti… unas gomillas para el pelo. Ole.

3. Pones la radio

• Antes de ser madre: dos acordes necesitabas para reconocer el tema que estaba sonando, y dos segundos más para ponerte a cantar a grito pelao dándolo todo. Te gustara o no te gustara te la sabías, porque estabas en el mundo.
• Después de ser madre: Soy una tazaaaaa, una teteraaaa, una cucharaaaa y un cuchaaaaarón. Un día te rebelas y decides poner TU música en TU coche, momento en el que tu hijo siente la imperiosa necesidad de contarte, por primera vez en la vida, qué ha hecho en el cole.

4. Vas a ver una peli en casa

• Antes de ser madre: ¡venga, hacemos palomitas y nos acurrucamos con la mantita…!
• Después de ser madre: Venga, hacemos unas palomitas y… ZzzZzZ  -«Cariño, ¿te has dormido?» La mitad de las veces no llegas ni al sofá. La otra mitad, ésa en la que consigues mantenerte despierta un poco más, solo dura hasta que termina el tráiler. Tú los argumentos de las pelis no, pero las productoras que lo petan en EEUU y sus presentaciones te las sabes al dedillo (la del niño que pesca desde la luna, la del robot rojo, la del campo de trigo…). En tu vida vas a ver más tráilers que en los primeros años de ser madre (las pelis ya si eso las vemos cuando los niños se vayan a la universidad).

5. Te gusta leer…

• Antes de ser madre: novela, ensayo… hasta el folleto del Pryca, te leías todo lo que cayera en tus manos.
• Después de ser madre. Tssss, que no se confunda nadie, que las madres leemos un huevo: desde que soy madre sé más de dinosaurios que Ross el de Friends. Además, las madres (y los padres, of course) leemos cuentos a los peques (mil o dos mil veces el mismo, porque cuando les da por un cuento lo queman, los jodíos). Y una última cosa, quien diga que las madres no leen novela miente como un bellaco porque sí que leemos, mucho, muchísimo: yo me he leído la misma página del libro que tengo en la mesita de noche por lo menos 20 veces; si lo multiplicas por las 250 que tiene el libro… ¡ni los Pilares de la tierra, oiga!

6. Los fines de semana

• Antes de ser madre: tus findes estaban entre una canción de Extremoduro (Salir, beber, el rollo de siempre) y una de Rafaela Carrá (si estás pensando en la de «Para hacer bien el amor, hay que venir al sur» te doy mi más sincera enhorabuena).
• Después de ser madre: tus findes ahora son como la canción de Camilo Sexto, «Ya no puedo más». En tu mente salir molaba, te acuerdas, pero la idea de pasar 6  horas con tacones, en sitios ruidosos (que no son tu casa) y oliendo a sobaco ajeno te pone menos que Pedro Piqueras forrao el lycra. (Ojo cuidao, que si te pone Pedro no pasa nada: todos tenemos derecho a tener nuestras cositas). Y si fuera que vas a salir y al día siguiente vas a dormir a pierna suelta… Pero la realidad está en las antípodas de esto: cada minuto de más con respecto a la hora de acostarte estándar será un minuto menos que tus hijos van a dormir a la mañana siguiente. Esto es así. Habla la psicóloga: hago bromis, pero en verdad es bueno salir, niñas, aunque a priori nos de perecita. Tenemos que hacer un poder porque nos aireamos y cambiamos el rol de mami por el de mujer estupenda, y encima también hace que ventile la pareja. Así que ya sabes…

Sí, la vida te cambia una mijita, ¿verdad? Pero calma, volverán las oscuras golondrinas los ratos para ti y volverás a ver series, a salir un poco más, a leer páginas enteras del tirón… O no, puede que descubras que ya no te apetece alguna de las cosas que antes de gustaban, Y NO PASA NADA.

No eres la primera a la que la maternidad le cambia las preferencias y los gustos. Y esto no es malo, al contrario: ser madre es una oportunidad estupenda para crecer, para probar cosas nuevas, para redefinirte… Así que en realidad, ¿sabes qué? Que no es que las madres ya no molemos, es que molamos en otra liga, una con más sueño y con poco tiempo, pero una liga maravillosa, ya te lo digo yo.

Y tú, ¿crees que ahora molas menos? (Que no me entere yo, ¿eh?)

¿Has pasado por el momento «no hay nada en la tienda que me interese, caca»?

¿Si te ponen una canción random de los 40 ahora mismo, ¿sabrías quién canta?

¿Te has parado a pensar que la gente que nació en el 2000 ya puede votar en las próximas elecciones? Sí, esto último no tiene nada que ver, pero es que el otro día lo pensé y me dejó loca.

Besitos, mamis molonas.