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En la nevera de unos padres

– Vamos a comernos estas semillas, Pichona, que se van a caducar
– Ay, pero mira este cupcake, ¿no te apetece más, Pichón?

El otro día me di cuenta de una cosa curiosa: la nevera (y su orden) es un tema que muchas, muchas, parejas sacan a la palestra en un momento u otro de la terapia. De hecho, he de reconocer que yo misma he pasado por debates parejiles acerca de ella (y cuando digo «pasado», quiero decir «sigue pasando» y probablemente pasará).

¿Qué tienen los frigoríficos?
  • El superviviente: En toda nevera vive, sí vive, una bandeja de lomo adobado a medio consumir, o un pimiento triste y solo, que lleva ahí dos semanas más de lo que cualquier inspector de sanidad daría por «apto para el consumo humano».
    • Al principio lo guardas convencido/a de que lo vas a gastar.
    • Al día siguiente piensas «Hay que comérselo ya, que se va a poner malo«.
    • Esa noche no sólo lo piensas, también lo dices en voz alta por si alguien se anima a cocinarlo. No sucede. Cenáis otra cosa.
    • Dos días después ya lo tienes tan visto (porque cada vez que abres la nevera ahí está, acechando, haciéndote sentir culpable) que te da perezón.
    • Si esa noche no lo preparáis va a pasar lo que no queremos que pase… y es una pena. Y como a veces nos resistimos a ser de «esos que tiran comida, estando el mundo como está» en vez de tirarlo lo que hacemos es dejarlo en la nevera. Le perdonamos la vida.
    • El producto se convierte en motivo absurdo de discusión. Una cosa muy bonita es cuando tu pareja te increpa dice que Por qué no lo has tirado. Esa pregunta hace saltar la ira de satán, porque… Si lo has visto, amor, ¿por qué no lo has tirado tú? Eso te preguntas, claro. Pues no lo ha tirado por lo mismo que tú, por lo que decía en el punto anterior.
    • Y así entramos en un bucle sin fin: el «bucle del pollo seco».*

* Fuera de bromis, tirar comida es mal. 

Por lo menos hay dos y se hacen compañía

 

  • «Buenas intenciones»: todos tenemos productos «sanísimos» y estupendos que compramos con todo el ánimo y toda la buena intención del mundo, pero que no terminamos de darles salida porque… saben a rayos / no sabemos cómo cocinarlos guaymente /al final prefieres otra cosa porque yo qué sé.
    • La segunda fase de este intento pasa por volver a comprar el mismo producto, peeeeeero mirando recetas en internet. Suerte.
  • Los imanes: si antes los imanes servían para recordarte esos lugares fantásticos a los que viajaste, ahora sirven para sujetar el planing de revisiones con el/la pediatra, las actividades extraescolares y una hoja con la dieta que no vas a quieres hacer.
  • Oh, congelador: No sé vosotros, pero desde que no tengo tiempo ni de mear soy madre, el número de congelados ha aumentado en mi nevera. Y no me refiero sólo a productos ultracongelados, hablo de tuppers y tuppers con puchero, albóndigas… (de cuando te pones a cocinar por fin y haces para dos meses), de ese pescado que compraste y nunca cocinaste porque preferías no cenar a tener que cocinar al final preparaste otra cosa más rápida. Ea, que el congelador pide clemencia o una expansión.
  • El caprichito: esos «petitsuises» de chocolate que en verdad le compraste a tu retoño (porque de vez en cuando no pasa nada)… Sí, los que compraste junto con tus yogures 0,0%. Esas deliciosas «porciones de pecado» en realidad te las acabas comiendo tú furtivamente. Eso sí, le dejas al menos dos de muestra al peque. ¡Viva el autocontrol!
Y aunque al principio mencioné el orden neveril, mira, ni entro en el tema, porque eso da para dos volúmenes (con encuadernación de lujo que te crujo) como poco y yo tengo hambre, y creo que aún quedan «petisuises» en la nevera, si es que no se los ha comido Mimaromo. 😉

¿En tu nevera hay de estas cosas? ¿Ha sido motivo de trifulca el contenido de la misma? ¿Cada cuánto limpias la nevera?

Besitos de madre refrigerada.

PD: Post sin dibu porque llevo dos semanas que no me da la viiiiidaaaaaaaaa (pero lo haré, muajaja)

15 comentarios

  1. Muy bueno, jeje todos tenemos ese limón pocho del que cogiste la rodajita o el poquito para aliñar y se queda ahí muerto de la risa…y lo de la discusión de ¿por qué no lo tiraste?eso se vive en todas las casas, a mí que no me digan que nunca han tenido esa fase.
    Te voy a perdonar que no tenga dibu porque andas muy liada, pero a la próxima, dibu jeje. besos

  2. Nosotros pusimos fin al problema añadiendo un ítem más a la lista de imanes que propones: una pizarrita con el menú semanal. Cada día borramos lo que comemos y rellenamos para la semana siguiente. ¿Y cómo rellenamos? Pues muy fácil: abrimos la nevera y proponemos plato en función de los restos que nos quedan. ¿Que hay un limón «chuchurrío» y una pechuga de pollo huérfana? Pues pollo al limón. ¿Que hay medio puerro, un trozo de pimiento arrugado y tres zanahorias que están haciendo el viaje contrario al de Michael Jackson para volverse negras? Pues puré de verduras. Desde que pusimos en marcha el sistema, aquí no se tira nada.

    También es útil otro pequeño imán que hemos puesto con un bloc de notitas en el que apuntamos qué hay en cada cajón del congelador. Antes, cuando me daba por limpiar el frigorífico, descubríamos tuppers con comida congelada de más de un año de antigüedad. Ahora hemos conseguido que la rotación sea mucho más ágil y eficiente, jajaja.

    Sí, estamos locos. De atar. Pero mi paz interior ha mejorado mucho ahora que no veo nada pudrirse en el frigo y ahora que tengo listado el contenido de mi congelador. Estoy fatal.

  3. ¡Jajajaja! creo que todo lo que cuentas ha pasado, pasa y por desgracia pasará por mi nevera. Y sí, da muchísima rabia tirar comida, nos lo echamos en cara uno al otro porque a ambos nos da mucha pena.
    Tema petit suisse de chocolate, ahí tengo la suerte o la desgracia que a JJ no le gustan así que… ¡me los acabo zampando todos yo! al vikingo le dejo los de fresa y plátano y no todos… ufff.

  4. Pues en casa, como no, no falta siempre el medio limón pocho… Que oye, dicen que ayuda a que no haya malos olores en la nevera, pero yo debo decir que no esta ahí por eso, sino por costumbre, jajaja…. Lo de limpiar la nevera, ejem, mejor no hablamos de eso, jajajaja

  5. Jajaja, el medio limon reseco que elimina los olores, el pimiento pocho, el taper con sobras que no te vas a comer pero te da pereza tirar el contenido por no fregar el taper (no tengo lavavajillas) jajaja, fuera adornando, los dibujos de mi hija, menú del cole, mi dieta (por lo menos la estoy haciendo) total un collage en toda regla

  6. lo del limon que elimina los olores es de manual! todos lo tenemos en el frigo, lavavajillas,… jajaja…en realidad es que nos da pena tirarlo por si acaso…
    Yo tengo medio en la huevera que tiene nombre y todo… y ya pues como que no lo tiro…angelico…

  7. En casa en cualquier momento se desata la guerra porque el Churri es de lo que mete algo en la nevera y lo deja ahi para toda la vida. El pollo que cocino el fin de semana se puede estar ahi tres meses o mas, si no lo boto yo. Y ademas estan las cosas que alguien, no sabemos aun quien, derrama dentro de la nevera pero es incapaz de limpiar.
    desde que estudio pasteleria necesito la nevera lo menos ocupada que se pueda, asi que cada fin de semana, antes de hacer la compra, tiro lo que esta ya malo, aunque si, me da pesar hacerlo.

  8. Jajajaja. Es un dolor, pero sí, siempre hay algún llanero solitario en la nevera. Yo acabo por no verlos. Hasta que hacemos la compra de nuevo y claro, hay que hacer espacio. Si contáramos el dinero que perdemos… Y si no lo perdiéramos porque no tiráramos nada yo compraría…¡un arcón congelador! Sí, amija, el congelador es nuestro mejor aliado. Lo tengo petado de carne y pescado, purés y lentejas y carrillada (viva la Thermomix) Cada cosa en su cajón para ser más consciente de qué hay porque lo de hacer la lista e ir tachando… no hay manera. Estimación visual lo llamo yo. 😉

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Mamen Jiménez - Psicóloga

Psicóloga (tengo mi consulta, doy talleres y charlas...), bimami (6 años y 2 años, ole), escribo y dibujo sobre psicología, pareja, maternidad... y lo que surja (o me dé tiempo). Me gustaría dormir más. ¡Bienvenida!

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